Un día perfecto (3) - Lo mejor está por llegar
Son las tres de la mañana y me detengo junto a la orilla del mar. Hay un viejo banco de madera en el que me gusta apoyarme cuando paseo junto a Avi. Necesito dar las gracias por todo lo bueno que me ha traído el día. Pienso en sirenas de cola rota y ángeles con alas demasiado pesadas, me pregunto qué escondía Bías tras sus silencios e intento recordar todo lo que he aprendido. Algo de humildad, un poco de paciencia y mucho de no hacer daño.
Han transcurrido doce horas y es como si no hubiesen pasado más de dos. Las buenas conversaciones siempre me saben a poco.
La luna creciente apenas se asoma entre las estrellas y un escalofrío me recorre la espalda cuando pienso que lo mejor aún está por llegar. Mi loco corazón todavía grita pero la brisa refresca las emociones y me dirijo a casa.
Todo está en silencio, pero aunque intento no hacer ruido, él siempre se despierta. Me riñe por llegar tan tarde y me pregunta si me divertí. “Mucho”, le respondo. Me regala un largo beso y me da las buenas noches. Abrazo la almohada y apoyo mi frente en su espalda. Mañana, prometo dejarme de cuentos y volver a la realidad.
El sueño llega, abro las alas y me dejo caer. El paseo es largo, pero hasta que no he recorrido todos mis paraísos imaginados y me aseguro de que todo está bien, no puedo ir a colorear mi próxima historia.