Moralejas

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Desde siempre me ha gustado buscar las incoherencias que esconden los cuentos; por ejemplo: ¿Cómo Blancanieves, después de un intento de asesinato y al llegar a casa de los siete enanitos, lo único que se le ocurre es ponerse a fregar? ¿Por qué las princesas de los cuentos, después de ser maltratadas, malditas y abandonadas tienen la necesidad imperiosa de cantar?

Es sabido que la Sirenita era entregada y generosa, pero cambiar su voz por unas piernas me parece un poco exagerado. Creo que el autor proyectó en la sirenita su gusto por las mujeres calladitas, que siempre es más elegante, pero la verdad, creo que el príncipe no era más que un tipo egoísta que sólo le gustaba escucharse a si mismo.
Aunque debo reconocer que con las sirenas no se puede generalizar, que yo conozco alguna que no hay príncipe azul que la calle.

Cuando el pan que los hijos traen bajo el brazo se acabó, los padres de Hansel y Gretel concluyeron que era el momento de que los polluelos abandonaran el nido. Los dejaron en un bosque a merced del frío, las bestias y una psicópata que comía niños. ¿Se pueden imaginar el trauma que debió de provocarles? Aún así, los “benditos” son capaces de organizarse para cometer un homicidio premeditado y una vez que la bruja ha muerto, vuelven felices a casa, pero… ¿no estaban perdidos? En fin, el caso es cuando los padres los ven portando un tesoro los reciben con los brazos abiertos… ahora te quiero, ahora no te quiero.

El sueño de cenicienta era saber hasta dónde podría llegar sin el lastre de las humillaciones de sus hermanas y los engaños y mentiras de su madrastra. Pero pienso que cometió un error al buscar su libertad únicamente entre los brazos del príncipe y además de perdices, descubrió que el amor también tiene un montón de trapos sucios que lavar.
Así que me gusta imaginar que al cabo de un tiempo lanzó su zapato de cristal al infierno, se calzó susReebok y no dejó de caminar hasta que se deshizo el nudo de ceniza de su garganta.

Tampoco me puedo creer que una madre pueda enviar a través del bosque a una niña para llevarle galletas a su abuelita; así que, sin duda de nuevo el autor debió de manipular la información y Caperucita Roja no era ni tan niña ni tan indefensa.

Lo que creo que ocurrió es que era como mínimo cinturón negro y que cuando llegó a casa de su abuelita y el lobo se mostró travestido ante ella, no pudo evitar la carcajada; caperucita ya había superado la idea machista de “chica ingenua teme a lobo feroz” y sabía que aquel animal de pensamiento lineal sólo necesitaba saber quién era el amo y algo de ayuda psicológica para su integración social como mascota.

En fin, como ven, yo también tengo mucho cuento, pero sea como sea les deseo una semana con final feliz.