Evaluación final
Desde pequeña juego al escondite con la realidad. Desde siempre sé que mi lugar está en la luna.
Últimamente las sombras que bailan alrededor de mis ideas confabulan contra mí y buscan la realidad entre los volantes de mi caprichosa memoria. He intentado aplacar su curiosidad con algo de vino y risas; pero las muy tercas insisten en que mire hacia atrás.
Sé lo que buscan, algún arrepentimiento, una docena de suspiros y dos o tres mil lágrimas pero me niego a darles ese placer.
Quiero terminar este año pensando que mi abuela me vigila las espaldas, que mi padre es indestructible, que mi madre es feliz, que mi hermana es valiente, que mi lado izquierdo no conoce el miedo, que mis amigos disfrutan mis sinsentidos, que mi trabajo sirve de algo para alguien, que la distancia no es un problema, que las caracolas siguen guardando silencio, que la locura desconoce dónde encontrarme, que las sorpresas son irremediables, que le he caído en gracia a mi musa y que la luz de la luna ilumina mi camino.
Y cuando pienso en todo esto, recuerdo mi poco apego a esta vida y me sonrío al darme cuenta de cuantos lazos me he ocupado de anclar a mi corazón.
No sé si siempre se puede volar hacia delante, no sé por cuanto tiempo más podré arreglarlo todo con una sonrisa, pero sé que el día que mire hacia atrás, estaré perdida.