Cuando comprendí que mi memoria sólo era capaz de recordar las emociones, mi forma de ver y escuchar a las personas que configuraban mi mundo, cambió. No porque me diera vergüenza olvidar sus nombres o donde nos habíamos conocido, sino porque aprendí que cuando alguien olvida lo bueno de ti, es como si uno de los hilos que te sostienen en pie se rompiese; a veces es mejor y lo que se rompe no es un hilo sino una cadena, pero otras, lastima y se convierte en un pequeño vacío por el que caes todos los días. Para no olvidar, rebusqué entre sus disfraces y sin darme cuenta aprendí a reconocer el color de su mirada, a elegir un perfume para cada tipo de abrazos y a dibujar sus sueños sobre las paredes de mi habitación imaginando los secretos que escondían detrás de la luna.
Son las tres de la mañana y me detengo junto a la orilla del mar. Hay un viejo banco de madera en el que me gusta apoyarme cuando paseo junto a Avi. Necesito dar las gracias por todo lo bueno que me ha traído el día. Pienso en sirenas de cola rota y ángeles con alas demasiado pesadas, me pregunto qué escondía Bías tras sus silencios e intento recordar todo lo que he aprendido. Algo de humildad, un poco de paciencia y mucho de no hacer daño.
Lo mejor de la semana son las visitas a los amigos. Me limpio las rodillas, sacudo mis plumas y lleno mis bolsillos de chocolate para ellos. No es que quiera engatusarles, realmente me gustaría concederles todos sus deseos y aunque pueda hacerlo, lo malo de los sueños es que no dependen de los dioses ni de mí, hay que trabajárselos.
Muy lejos, detrás del bosque sin destino, viven Bías y su esposa Calpurnia. Junto a ellos crecen sus dos hijas, Campanilla y Mina. Mientras me acerco entre las enredaderas hasta su jardín, me estiro el vestido y detengo el tiempo. Bías está en el huerto, vigilando sus plantas mágicas. Cuando me ve, camina hacia mí apoyado en su báculo y me regala un abrazo de color azul cielo. Campanilla llega a saltitos, sus alas todavía no tienen suficiente fuerza para sostenerla, después de un beso con sabor a fresa, revolotea a mí alrededor buscando sus galletas de chocolate.
Cuando comprendí que mi memoria sólo era capaz de recordar las emociones, mi forma de ver y escuchar a las personas que configuraban mi mundo, cambió. No porque me diera vergüenza olvidar sus nombres o donde nos habíamos conocido, sino porque aprendí que cuando alguien olvida lo bueno de ti, es como si uno de los hilos que te sostienen en pie se rompiese; a veces es mejor y lo que se rompe no es un hilo sino una cadena, pero otras, lastima y se convierte en un pequeño vacío por el que caes todos los días.
Mañana hago dos meses con mi novio (tengo que dejarle ya, lo que significa que hacía dos mesazos QUE NONOS VEÍAMOS. TE PARECE NORMAL?? Próxima cita con nuestra psicóloga personal??? Jeje pos dentro de poco¡ XD
Te llamamos (yo, Maya no que es inútil) o por el Messenger!
Besooooo no tires esto! Que quede para el futuro! Jiji ¡xau xau!
Rakel y Maya
LOVING YOU!!
Además de mil fotografías y algún que otro vídeo, estas palabras escritas en un post-it rosa, es de las pocas cosas tangibles que me quedan de Rakel. Maya era su mejor amiga o alma gemela o como me dijo una vez un profesor: “Son dos naranjas perfectas, únicas, completas y juntas hacen un zumo riquísimo”.
A las siete el ambiente de la casa cambia. Las niñas a la habitación y madre a la cocina. Padre llega. Las palabras que arañan y quiebran la voluntad se despiertan. Madre está harta, padre calla. Madre sabe que se equivocó, pero después de veinte años, en su castillo de excusas, se han tapiado las salidas. Así que aguanta. Padre no entiende, piensa que ella sólo le quiere torturar. Las niñas salen del escondite y van a cenar. El silencio les muerde.
No es que fuera una mala musa, sino que me salió un poco rebelde.
Al principio no era muy útil porque se pasaba todo el día en silencio. Por más que yo le preguntara, ella sólo me miraba. Incluso pensé que estaba estropeada. Pero con el tiempo se volvió cada vez más charlatana y exigente. Me obligó a leer, tuve que aprender a escuchar y estudiar matemáticas.
Mientras tanto, ella encontró un trabajo, se enamoró del jefe y se casaron. Fue entonces cuando consideró que era necesario firmar un nuevo contrato de inspiración, en el cual las nuevas condiciones fueron:
No quedamos para tomar un café , ni para salir de rule o no nos llamamos por teléfono, o no nos damos palmadas en la espalda, o no hablamos de nuestras parejas, ni del tiempo , ni del trabajo, no tenemos derecho a escabullirnos una hora más , ni compartimos los fines de semana, ni nos hemos emborrachado juntos, ni hemos bailado toda la noche, ni nos hemos peleado nunca por una chica, nunca le he visto en bolas, no compartimos la ropa, ni las pulseras, ni hablamos de sexo, ni me pasa sus revistas porno , ni jugamos a la play hasta el amanecer , nunca he tenido q salvarle de ningún accidente, ni me ha robado una novia, no conozco a su madre, ni a su familia, no nos hemos ido de acampada, no hemos dormido juntos bajo las estrellas, no conozco ninguno de sus secretos aunq él me cubre las espaldas con muchos de los míos, nunca
nos hemos escapado de casa para hacer fotos, nunca hemos bebido una cerveza viendo el partido, no escuchamos la misma música, no le interesa la luna y a mi no me importa la tierra, no sé si es gordo o flaco, verde o azul, pero sé q me gusta; nunca le he dado un consejo y nunca me ha contado sus problemas, no le entiendo cuando habla de filosofía ni él a mi cuando le hablo de hechizos, no tiene ni idea d cual es mi número de la suerte y es incapaz de ver las películas q le recomiendo, nunca se acuerda de cumplir las promesas q me hace, me llama zorra y me lo como con patatas, ya por no meterme en otras barbaridades, no puedo decir tacos en su casa, nunca me acuerdo de su nombre ni del día de su cumpleaños, siempre me defiende pero nunca he podido ayudarle, no sabe a dónde voy ni sé de dónde viene ….
Nunca he querido pensar en lo que pueda separarnos y por si acaso he amarrado mi corazón a todas aquellas cosas que me unen a ti.
Siempre me cuentas la historia de que cuando me viste supiste inmediatamente que yo sería para ti, y hoy, un año más, la fuerza del destino vuelve a darte la razón.
No sé como aprendiste a leerme el pensamiento, ni cuando decidiste que yo era lista, o en que momento pensaste que arriesgarse era la única opción. No puedo recordar el número de veces que has bajado al infierno a buscarme, o las infinitas horas que te he robado para escribir, o las veces que mi linterna de ha despertado de madrugada…perdón…